Cuando aparece del derecho, el Dos de Copas está íntimamente asociado a la idea de acumulación y germinación de las emociones. Este principio pasivo de receptividad nos permite escuchar con mayor atención aquello que sucede en nuestra alma, es esa fuerza de empatía y de compartir que nos conecta con nuestros semejantes y nos convierte en verdaderamente humanos. Con él, no se trata de hacer gala de acciones extravagantes o gestos grandilocuentes, sino que su influencia actúa de forma pacífica en el centro mismo de nuestra conciencia.

Desde el punto de vista sentimental, el Dos de Copas puede significar que las heridas emocionales del consultante están curadas definitivamente; el dolor, olvidado; los traumas, superados. Poco a poco, la introspección va dando fruto para dejar paso a un cielo totalmente despejado. Tras un largo período de hibernación, el consultante se siente renacido y listo para volver a amar.

El arcano atestigua con naturalidad el deseo de unión que se ha apoderado del consultante. Como acabamos de ver, puede estar relacionado con el inicio de una nueva relación sentimental. Sin embargo, su influencia también puede afectar a las parejas ya establecidas e inyectar un soplo de aire fresco en la relación. Al cabo de cierto tiempo, no es inusual que se instale una especie de rutina y las parejas olviden lo que las unía en un principio. Al permitir que el consultante vuelva a centrarse en sus emociones y sentimientos, el Dos de Copas le da la oportunidad de redescubrir la belleza de su amor.

Para empezar, nos gustaría precisar que un análisis completo de una tirada del tarot debe necesariamente tener en cuenta todos los arcanos presentes. Por lo tanto, la siguiente información solo presenta los casos principales relacionados con el Dos de Copas invertido y no sustituye a un análisis más preciso de la tirada.

En ciertas situaciones, cuando el Dos de Copas aparece del revés atestigua las dificultades del consultante para abrir su corazón y comprometerse plenamente en una nueva relación. Entonces, su conducta se rige por la prudencia y la desconfianza, como si tuviera miedo de enfrentarse al dolor potencial de un nuevo fracaso amoroso. Esta actitud tiende a encerrarle en una vida cotidiana a menudo poco enriquecedora, de hábitos anquilosados. Para superar este estado mental, el consultante tendrá que optar, tarde o temprano, por hacer frente a las heridas del pasado, pues es la única solución posible para avanzar y disfrutar de nuevo de las inconmensurables alegrías del amor.