Cuando aparece del derecho, el Siete de Copas es una referencia a nuestros deseos más profundos y a nuestra visión del mundo, pero también a su proyección en la vida real. Se trata de una carta muy personal, que nos empuja a desentramar con claridad los sueños que nos animan a actuar.

En una sociedad muy estereotipada que hace hincapié en el éxito económico, la capacidad de soñar es una virtud fabulosa para quien consiga dominarla. De hecho, la vida humana no puede seguir un camino bien definido ni llevar al consultante por una ruta preestablecida desde el nacimiento hasta la muerte. Para lograr realizarnos en lo más profundo de nuestro ser, debemos aceptar tomar caminos alternativos y conseguir liberarnos de los códigos que gobiernan violentamente nuestra conducta. No hay ningún camino trazado de antemano, sino que la acción debe ser el resultado de una revisión amable y sincera de los deseos personales.

Al adentrarnos en nuestro fuero interno, nuestros designios se revelarán con mayor claridad. Ellos serán los que nos guiarán por la vía de la culminación. A lo largo de nuestro camino, sin embargo, deberemos prestar especial atención a las quimeras y a las falsas apariencias, que podrían conducirnos hacia proyectos poco realistas o por un camino que simplemente no nos conviene. Para no dejarnos engañar por las ilusiones, debemos aceptar ver nuestra realidad tal como se nos presenta y trabajar para ir alcanzando nuestros sueños a largo plazo.

El arcano del Siete de Copas invita al consultante a actuar con prudencia. Con él, las tentaciones y las ilusiones nunca se alejan demasiado. Lógicamente, se trata de mantenerlas a la mayor distancia posible de nuestra vida.

La psicología humana es un campo fascinante, en la medida en que se nutre tanto del deseo de construir como de sueños totalmente irrealizables. Cuando nuestro día a día no termina de satisfacernos, ¡es fácil que nos dejemos seducir por las visiones de nuestra mente! Entonces aspiramos a cambiar radical y profundamente quiénes somos, como si nos despojáramos de la ropa que se nos ha quedado pequeña.

¿Cuál es la cura paliativa más común para olvidarnos de nuestro malestar? Los paraísos artificiales, por supuesto, así como nuestra facilidad natural para creer en las ilusiones más fantasiosas. Existe una gran posibilidad de que nos dejemos tentar por las distracciones y creamos que nuestras fantasías son realistas. Para remediar esta situación, es importante que bajemos de las nubes y nos centremos de nuevo en las prioridades de la vida. El destino no reside en nuestra mente, sino que se construye paso a paso a través de acciones concretas y meditadas.