No sin razón, el arcano del Mundo es la carta más apreciada por los aficionados al Tarot de Marsella. De hecho, es difícil encontrar el más mínimo aspecto oscuro en la influencia que ejerce sobre la vida del consultante Desde un punto de vista general, la imagen se asocia a un período de logros sin precedentes. Simboliza todo lo que hay de bello, estable y duradero en la vida de una persona.

Tras rebasar numerosos obstáculos y superar períodos de dudas e interrogantes, el consultante podrá por fin recoger los frutos de su trabajo. Termina un ciclo de vida y se abre un período especialmente fructífero. No corre el riesgo de tocar pronto a su fin, como muestra la presencia del toro en la esquina izquierda de la carta, un animal apegado a la idea de evolución tranquila y duradera.

Desde un punto de vista personal, el Mundo refleja la perfecta comprensión por parte del consultante de su lugar en el universo y en la sociedad. Ahora sabe cuál es su función, qué causas quiere defender y qué valores morales tienen sentido para él. Esta clarividencia elimina toda duda de su mente y le permite concentrarse exclusivamente en sus verdaderos objetivos.

De un consultante situado bajo la influencia del arcano del Mundo se desprende un aura particular. Como una fuerza magnética, atrae e influye en las personas que se cruzan en su camino. Una situación perfecta para hacer el bien a su alrededor y ayudar a quienes lo necesiten.

Cuando sale invertido, el arcano del Mundo anima al consultante a no variar el rumbo y perseverar en sus esfuerzos. Aunque las recompensas de su trabajo no son aún visibles, no tardarán mucho en llegar. Por tanto, es esencial que no se desanime ante la más mínima contrariedad y que acepte que ciertos obstáculos frenan temporalmente su avance. Haciendo acopio de constancia y respetando estrictamente los valores que defiende, el consultante alcanzará rápidamente los objetivos que se ha fijado.

A veces, la imagen invertida del Mundo refleja el pronunciado materialismo del consultante, a menudo resultante de un ego desorbitado. Si bien es normal enorgullecerse de los progresos realizados y querer disfrutar de los frutos del trabajo, es igualmente importante actuar de acuerdo con valores más nobles. El altruismo, la empatía y el amor son algunos de los sentimientos que pueden atenuar este pequeño pecado de orgullo.